Aunque nació en El Escorial, este artista madrileño era de origen flamenco, su padre se instaló definitivamente en España siendo pintor de Felipe II. Fundamentalmente se dedicó a temas religiosos y retratos de nobles y pintó a Felipe III y Felipe IV. Su estilo y calidad recuerdan a Bartolomé González, coetáneo de éste en sus primeros años de formación. La familia de Felipe Diriksen trabajó en El Escorial y se sabe que él vivió en Toledo hasta 1627. Cuando pinta el retrato del Duque de Feria, en 1635, ya era pintor de corte habiendo sucedido a González. Sus retratos se caracterizan por figuras anchas, de gran cuerpo, de paños robustos y expresiones tozudas y concentradas.