Formado en su ciudad natal en el taller de Jan van Scorel, los principales rasgos de su estilo se deben a su maestro y a Tiziano, a quién conoció en la Dieta de Augusta. El Cardenal Granvela, Antonio Perrenot, le introduce en las cortes de los Habsburgo en Flandes y en España, iniciando una prolífica carrera que le lleva a peregrinar por toda Europa: Portugal, Inglaterra e Italia. En la corte de María de Hungría conoce a Carlos V y su hijo Felipe. Moro acompaño al futuro monarca español a Inglaterra en 1554 con el fin de retratar a su prometida en su viaje para contraer matrimonio con María Tudor. Se convierte así en el pintor de cámara de Felipe II. Dedicó toda su carrera al retrato cortesano donde aúna perfectamente el estilo veneciano de Tiziano, de ejecución ágil y vibrante, con la tradición de la pintura flamenca, destacando su minuciosidad descriptiva con mentalidad de hábil decorador, propia del estilo nórdico, y la penetración en la psicología del personaje. Su estilo ceremonioso encaja en la rigurosa etiqueta de la corte española. Moro fue el creador del retrato de corte español que continuarían Sánchez Coello, Pantoja de la Cruz o Velázquez. Abandonó España en 1558, aunque desde Amberes, donde fallecería en 1576, siguió firmando como pintor del rey español.